Acerca de la plenitud teórica de conceptos en oportuno desuso. ¿Qué se hizo de las masas?. Por Mª Pilar Carrera [Consulta 02.04.2010]
El artículo plantea como aporta el título, la conveniencia y plenitud del uso del término masa (masa, sociedad masa, cultura de masas) para el estudio del público receptor. Se cuestiona la terminología histórica y aplicación del concepto, realizando un recorrido por varias teorías aún vigentes sobre la conceptualización de dicho término, el cuál ha sido centro de valoraciones despectivas y quizás en ello, y en la aparición de nuevos canales de comunicación, se encuentre la raíz de su re-conceptualización.
Sostiene la pérdida de ideologías y teorías en la cultura postmoderna, en las que la masa se fragmenta en individualidades solipsistas, que desvalijan las teorias del "otro". En la masa comunicativa se toma actualmente como clave desmitificadora del abandono material y "físico" del concepto (contemporaneidad de los cuerpos en el espacio), ubicuidad y canal de comunicación como no lugar, aunque los nuevos espacios de comunicación puedan ser "un lugar retórico [...] un espacio social o subjetivamente significativo [...] que capta la idea de movimiento dentro de ella, la posibilidad de descubrir conexiones significativas entre los elementos que allí se encuentran" (Burbules, 2004:120). La masa "comunicativa" se fragmenta en la recepción de un mismo mensaje, obviando el fenómeno de la velocidad eléctrica, o velocidad en la transmisión de mensajes (McLuhan, 1977), así como su resistencia inherente (Ortega y Gasset, 1930)
El término adquiere mayor unidad en su conformación como relato y capital. Gabriel Tarde critica la teoría de las masas como "el contagio, la sugestión y la alucinación transforman en autómatas, en sonámbulos a los individuos tomados en masa". (Mattelart, 1997:20), dando lugar a la creación de la "era de los públicos", incluyendo nociones de imitación y contraimitación como vínculo social.
Hay que tener en cuenta que el concepto no puede ser totalizador del hombre (no abarca la totalidad del hombre), sino de aplicación a lo que concierne, de investigación social, no de naturaleza humana, en los que existe una comunicación mediada y valorable en términos de contenido. Se plantea la dificultad de aplicación del término "sociedad del conocimiento", como el requisito de universalización de información "esencial" y su dificultad, ya comprobada por Wiener y Shannon, ya que está "afectada por fenómenos aleatorios" (proceso estocástico) (Mattelart, 1997:41-43), fenómenos culturales y entropía.
Sostiene la pérdida de ideologías y teorías en la cultura postmoderna, en las que la masa se fragmenta en individualidades solipsistas, que desvalijan las teorias del "otro". En la masa comunicativa se toma actualmente como clave desmitificadora del abandono material y "físico" del concepto (contemporaneidad de los cuerpos en el espacio), ubicuidad y canal de comunicación como no lugar, aunque los nuevos espacios de comunicación puedan ser "un lugar retórico [...] un espacio social o subjetivamente significativo [...] que capta la idea de movimiento dentro de ella, la posibilidad de descubrir conexiones significativas entre los elementos que allí se encuentran" (Burbules, 2004:120). La masa "comunicativa" se fragmenta en la recepción de un mismo mensaje, obviando el fenómeno de la velocidad eléctrica, o velocidad en la transmisión de mensajes (McLuhan, 1977), así como su resistencia inherente (Ortega y Gasset, 1930)
El término adquiere mayor unidad en su conformación como relato y capital. Gabriel Tarde critica la teoría de las masas como "el contagio, la sugestión y la alucinación transforman en autómatas, en sonámbulos a los individuos tomados en masa". (Mattelart, 1997:20), dando lugar a la creación de la "era de los públicos", incluyendo nociones de imitación y contraimitación como vínculo social.
Hay que tener en cuenta que el concepto no puede ser totalizador del hombre (no abarca la totalidad del hombre), sino de aplicación a lo que concierne, de investigación social, no de naturaleza humana, en los que existe una comunicación mediada y valorable en términos de contenido. Se plantea la dificultad de aplicación del término "sociedad del conocimiento", como el requisito de universalización de información "esencial" y su dificultad, ya comprobada por Wiener y Shannon, ya que está "afectada por fenómenos aleatorios" (proceso estocástico) (Mattelart, 1997:41-43), fenómenos culturales y entropía.
La relación con la técnica comunicacional ha dado nuevos sentidos al concepto, en su relación interactiva y personalmente directa, como tal vez un "sueño emancipatorio". La relación comunicacional mediática es complementada con las relaciones entrópicas y a gran velocidad, en las que la autora incluye, las aportaciones de McLuhan y Ortega y Gasset a la configuración de "masa".
En cuanto a la relación interpersonal, en la que la persuasión y poder están también presentes como en la comunicación mediática unidireccional, la retroalimentación puede aparecer como consumición del mensaje en último termino. La multitud, estudiada masa urbanita por la Escuela de Chicago como "laboratorio social" por Park y Burgess a principios del siglo XX, sigue siendo una forma organizada de vida, pero quizás sin compartir al unísono la misma percepción del mundo.
La cultura de masas, motivo de investigación para Adorno y Horkheimer en los años 40 a través del concepto de "industria cultural", convierte a la cultura en motor económico, el mensaje es materializado, multiplicado y objeto de consumo junto con otros mensajes, dejando obsoleta una concepción del arte que Walter Benjamin en 1933 llama "cultural" (Mattelart, 1997:55). La materialidad cultural se capitaliza y por tanto se toma conciencia de su consumo como la de "ejercer una función". Internet pone de manifiesto el incremento de la entropía de la fuente y la mayor capacidad del receptor para acceder e incluso generar información, como aporta la autora en sentido "mcluhiano", la masa se define por ser un fenómeno comunicativo directamente proporcional a la velocidad de transmisión de los mensajes.
La segregación gregaria de los canales de información, podrían dar fin a la espectacularizacion de la cultura (La sociedad del espectáculo de Guy Debord, 1976), aunque puede ser temprano para tal augurio dadas las brechas multiformes en las voces planetarias. Si bien es cierto, que la posibilidad de cocreación (dada la manipulabilidad de mensajes culturales como auguraba W. Benjamin) y el acceso, abre caminos de participación en la cultura popular.
La cultura de masas, motivo de investigación para Adorno y Horkheimer en los años 40 a través del concepto de "industria cultural", convierte a la cultura en motor económico, el mensaje es materializado, multiplicado y objeto de consumo junto con otros mensajes, dejando obsoleta una concepción del arte que Walter Benjamin en 1933 llama "cultural" (Mattelart, 1997:55). La materialidad cultural se capitaliza y por tanto se toma conciencia de su consumo como la de "ejercer una función". Internet pone de manifiesto el incremento de la entropía de la fuente y la mayor capacidad del receptor para acceder e incluso generar información, como aporta la autora en sentido "mcluhiano", la masa se define por ser un fenómeno comunicativo directamente proporcional a la velocidad de transmisión de los mensajes.
La segregación gregaria de los canales de información, podrían dar fin a la espectacularizacion de la cultura (La sociedad del espectáculo de Guy Debord, 1976), aunque puede ser temprano para tal augurio dadas las brechas multiformes en las voces planetarias. Si bien es cierto, que la posibilidad de cocreación (dada la manipulabilidad de mensajes culturales como auguraba W. Benjamin) y el acceso, abre caminos de participación en la cultura popular.
Tal y como la autora denota en el sentido matizado del término, "seguimos siendo, todos y cada uno de nosotros, miembros de pleno derecho de una sociedad de masas, fundada sobre la promoción de la comunicación como valor supremo." Así expone que la masa desde el punto de vista teórico, a falta de un término sustitutorio aplicable a las nuevas formas de comunicación, sigue siendo vigente, matizable y re-configurable.
Referencias utilizadas:
Mattelart, A. y M. (1997): Historia de las teorías de la comunicación. Paidós, Barcelona.
Snyder, I. (comp.) (2004): Alfabetismos digitales. Comunicación, Innovación y Educación en la era Electrónica. Aljibe, Málaga.
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